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Foto del escritorMi Iglesia Bethel

Amor y paciencia es lo que identifica el liderazgo de los pastores Heriberto y Esther

Bethel - Entrevista - 14/02/2021

Los pastores Heriberto y Esther Martínez armonizan su liderazgo espiritual con su relación matrimonial y familiar como pocas parejas pueden vanagloriarse.


Los pastores del Templo Bethel tienen poco más de 50 años de casados, tiempo en el que procrearon a 3 hijos: Obed, Ana y Tabita; asimismo tienen 4 nietos, todos de su hijo mayor; aunado a ello, llevan las riendas de una de las iglesias cristianas más antiguas de Tijuana, ubicada en la zona de tolerancia de esta ciudad fronteriza.


La iglesia Bethel, es la Luz en las Tinieblas, es un sitio de esperanza para las familias de la zona y para los propios miembros del Templo que acuden cada domingo, desde diversas zonas de la ciudad, para alabar a Dios.


Estar al frente de este Templo es una tarea titánica que requiere de la guía de Dios, el don del liderazgo, paciencia y mucho amor que los pastores Heriberto y su esposa Esther implementan cada día.


Ellos se conocieron siendo muy jóvenes en el Templo Bethel, y aunque en principio se veían solamente como hermanos en Cristo, al tiempo se convirtieron en buenos amigos que se apoyaban mutuamente, amistad de la que después prosperó el amor de pareja.


Mientras que el hermano Heriberto se caracteriza por ser un hombre muy paciente y alegre, la hermana Esther es una mujer tranquila y se involucra en las actividades en las que puede servir y apoyar a los demás, siempre tiene un buen consejo para dar y una palabra de aliento; Dios la bendijo con un talento inigualable en la música pues desde los 13 años toca el piano, amor por los sonidos armoniosos que heredó a sus hijos y nietos.


Pero antes de ser la mujer líder, fuerte, sensible, amable, de buen corazón y valiente que es ahora, en determinado momento, la hermana Esther pensó que no seguiría los pasos de su padre en el pastoreado de una iglesia, pues sentía que la idea de liderar dentro de un Templo no era para ella, pero Dios le indicó todo lo contrario.



“Yo siempre decía que no iba a entrar al Instituto (bíblico) ni nada, pero Dios empezó a trabajar conmigo y yo decía que no. Entonces yo puse una como señal y a Dios le dije ˋsi tú de verdad quieres que yo me prepare y entre al instituto que alguien pague mis estudios, que alguien se ofrezca a pagar mis estudiosˊ”, platicó la pastora en una entrevista.


En esa época, su padre, el pastor Francisco Aguilar, era el director del Instituto Bíblico Bethania, por lo que además de que su familia tenía los recursos para hacer el pago de sus estudios, también tenía la posibilidad de ingresar como becaría; pero la hermana Esther buscaba que Dios le diera la señal del camino que debía tomar.

“Mi papá era el director, entonces dije ˋnadie va a querer pagar o recibirme como estudiante o apoyarmeˊ; y una vez que fuimos al instituto, fuimos a limpiar y a acomodar los dormitorios porque ya iba a ser la apertura en los próximos días (…) estaba una hermana americana viviendo ahí en su tráiler, ahí mismo dentro del patio.


“Ella me llamó a ver unas cosas que estaba haciendo para los niños, y al estar platicando con ella, me preguntó: ˋ ¿por qué no entras al instituto? ˊ y yo ˋno, eso no es para míˊ entonces ella me dijo, ˋsi tú entras al instituto yo te pago los estudiosˊ, ya no sabía ni qué decir”, confesó la pastora Esther.


A raíz de esa conversación se dio su ingreso al Instituto Bíblico Bethania, donde coincidió en el internado con el hermano Heriberto Martínez, a quien continuaba viendo solo como hermano en Cristo.


En el Instituto, el hermano Heriberto destacó por su gran inteligencia, siempre presentaba las mejores tareas y era el amigo en quien la hermana Esther se apoyaba para completar los apuntes que le faltaban, debido a que ella salía a Estados Unidos a tocar el piano en busca de recursos para el propio Instituto Bíblico.


El amor poco a poco se fue dando entre los dos; durante el segundo año de estudios, el hermano Heriberto comenzó a pretender a la hermana Esther, pero oficializaron su noviazgo después de graduarse del Instituto Bíblico Bethania.


“En una ocasión él (el hermano Francisco Aguilar) me vio en la iglesia y me dijo ˋsi te vas a casar con mi hija que sea lo más pronto que se puedaˊ”, confesó el pastor, recordando el momento con una sonrisa en su rostro, mientras que la pastora lo observaba.


Tras un año como novios, el hermano Heriberto pidió en matrimonio a la hermana Esther; por lo que se casaron el 20 de diciembre de 1970 dando el primer paso en el comienzo de su familia.


Pero los roles como esposos y después padres, se verían atareados con la encomienda del Señor, que fue la de liderar una iglesia, primero en el Tabernáculo de Dios (1972-1982), luego en la iglesia Familia de Dios de (1988-1992), tras lo cual asumió el pastoreado en el Templo Bethel.



“Diario nos enfrentamos a problemas, a dificultades, a gozos, alegrías y todo, pero es con la ayuda del Señor. Desde que inicié en el ministerio, el hermano que me entregó el pastoreado uso un texto para predicar esa noche que dice: ˋNo temas porque yo estoy contigo, no desmayes porque yo soy tu Dios, que te esfuerzo; siempre te ayudaré, siempre te sustentaré, con la diestra de mi justiciaˊ (Isaías 41:10), esa ha sido nuestra experiencia a través de todos los años, de nuestras propias fuerzas humanas no hubiéramos logrado nada, pero con la ayuda del Señor, sí se puede”, platicó el pastor.


Por su parte, la pastora Esther mencionó que en la anterior iglesia en la que fueron pastores durante más de 10 años, y donde básicamente nacieron sus hijos, le fue difícil compaginar todos los roles de esposa, mamá, ama de casa, pastora, pero con Dios siendo el centro de su vida y familia, fue como logró acoplar cada uno de los cometidos.


En ese sentido, recordó que, durante su primer embarazo, debió acudir a una iglesia en National City a tocar el piano, en ese momento ella comenzaba a sentir los síntomas de inicio del trabajo de parto y aunque Obed, su primogénito, no nació ese domingo sino hasta el siguiente sábado, el cumplir con su deber y responsabilidad ante Dios también era una prioridad en su vida.


“Estaba yo embarazada, o con los niños chiquitos, nunca dejé de tocar, tocar y tocar (…) yo digo que Dios fue el que me ayudo y fortaleció”, comentó la pastora Esther.

Desde el inicio de su ministerio, la pareja conformada por los hermanos Heriberto y Esther Han dirigido su familia y guían a toda una congregación que se ha convertido en el linaje extendido de los Martínez Aguilar.


Como matrimonio, cincuenta años unidos se cuentan fácil, pero es con amor, paciencia, tolerancia, y sobre todo con Dios como el guía, que las parejas pueden sortear los problemas que enfrenten; situación que se repite en su liderazgo como pastores del Templo Bethel.


Y uno de esos problemas actuales que enfrentan es la pandemia por el coronavirus que, debido a las restricciones sanitarias, los miembros de Bethel han dejado de asistir al Templo, por lo que los pastores afrontan el reto transmitiendo el Mensaje de Dios los martes y jueves a través de las redes sociales.


“Esperamos con la ayuda de Dios que no se tarde mucho (el cambio de semaforización epidemiológica), porque nos hacen falta los niños, los exploradores, las misioneritas, lo que hacemos por la comunidad de darles cenas los martes y viernes también está detenido, también el Club de la Amistad”, mencionó el pastor Heriberto.


Con un brillo en sus ojos, como la luz de la esperanza por volver a implementar los programas sociales, de compartir el mensaje de Dios a los más necesitados y continuar con el ministerio que les dio el Señor, los pastores Heriberto y Esther Martínez se mantienen listos para mantener unida a su congregación y continuar sembrando la semilla de la Palabra en los corazones dispuestos.

 

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